Salir del barro. Cuando quiero, pero no puedo.

El capital humano es una pieza clave en la implantación de un ERP

En los últimos años la mayoría de empresas han atravesado un escenario excepcional que ha supuesto muchos cambios, entre ellos el de limitar sus recursos humanos a lo imprescindible.

Si no eres indispensable para facturar no estás en plantilla. Esta fórmula es un remedio envenenado.  A muy corto plazo sirve para reducir de un machetazo los gastos en la cuenta de resultados, pero ese mismo corte limpio afecta a la posibilidad de mejoras y crecimiento. Si sólo alcanzas a apagar fuegos con la gente que tienes en tu equipo, no te puedes plantear nada más allá de la vorágine diaria.

Os contamos cómo estamos viviendo esto desde PROXIUM. Nuestra experiencia de los últimos meses:

Las empresas no se pueden ni se quieren quedar paradas. Saben que el mercado es voraz, y que hoy más que nunca, si no estás “on” estás “off”. Ya no hay términos medios. Tienen asumido que para seguir en el mercado deben mejorar sus procesos e incrementar su productividad, reducir sus plazos de servicio, aumentar la satisfacción de sus clientes… ¿Cómo conseguirlo?  Uno de los grandes aliados para lograrlo es la implantación de un nuevo sistema informático.

Muchas de ellas lo han entendido así, se han puesto manos a la obra y han firmado proyectos de implantación de PROXIUM ¡Primer paso dado!

Vamos ahora a dar el segundo paso. Esto de la nueva aplicación no es como abrir una lata de lentejas, calentar y comer. Los consultores necesitan trabajar con el personal de la empresa para conocer en profundidad los procedimientos, implantar correctamente y realizar propuestas de mejora, pero se hace muy complicado. El motivo: Los miembros del equipo no tienen ni un segundo disponible, su día a día les tiene absorbidos al 120%.

Esto se traduce en dos posibles situaciones (al 50% de probabilidad de que se dé cada una): se hacen estas reuniones dándoles poco cariño al contenido de las mismas y con el objetivo de “cumplir el expediente”, o bien las reuniones se van aplazando “ad eternum”.

Ambas actitudes llevan a la misma conclusión: estás en el barro y para intentar salir sólo chapoteas, salpicas y te ensucias más. Te has metido porque necesitas cruzar, pero no has pensado si podías salir de él. Piensas que tu parte ya la has hecho tomando la decisión de gastarte un buen dinerillo en cambiar el sistema, pero te has olvidado de lo más importante: el capital humano de tu empresa no alcanza para poner en marcha la solución.

Nosotros no somos nadie para decirte cómo gestionar tu empresa (¡ya tenemos bastante con la nuestra!), pero esta situación comienza a darse con demasiada frecuencia y de manera generalizada en las PYMEs españolas, y es una bomba de relojería.

Lo que sí sabemos que funciona: siempre, siempre, siempre, debes tener en tu empresa alguien que se dedique a pensar en cómo mejorar, y debe ser además quien mejor conozca su funcionamiento, sus procesos, lo que es prioritario y lo que puede esperar, los cuellos de botella. Las buenas noticias, ¡Ya lo tienes en platilla!

Igual piensas que a corto plazo no te lo puedes permitir, porque esto significaría contratar a alguien más (para sustituir a esta persona), pero si no lo abordas ya y te quedas tumbado en la nube de “siempre hay tiempo” seguro que más pronto que tarde se cruzará en tu camino otra empresa con ganas de hacer las mejor cosas y más baratas. Y sin darte cuenta, se habrán llevado tus clientes.

Ya, no gusta nada oír esto, sentimos ser tan directos, pero más vale una vez rojo que 300 amarillo. Puedes estarte quieto oxidándote hasta que el mercado te sentencie o tomar perspectiva y emprender, apostar por nuevos caminos, nuevas soluciones…  Si te quedas en la inmovilidad, después ¿Te dará consuelo decir que no lo viste venir?

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