La duración de la implantación de un ERP es una de las principales preocupaciones de cualquier empresa que decide dar el paso hacia una gestión más eficiente. Hay quienes prometen una implementación rápida, mientras otros hablan de proyectos interminables. Entonces, ¿cuál es el plazo razonable para la puesta en marcha de un ERP?
¿Es posible implantar un ERP en pocas semanas?
Algunos proveedores aseguran que su software ERP puede estar operativo en pocas semanas, pero esto no siempre es una buena señal. Una implantación exprés suele traducirse en muy poco ajuste de la herramienta a las necesidades reales del cliente, o, dicho de otro modo, “vas a trabajar como el software diga que tienes que trabajar”, no como sea mejor para abordar tus procesos.
Además, la implantación de un ERP no se limita a la instalación del software, sino que requiere tener en cuenta aspectos adicionales como:
- Formación del equipo: Los usuarios deben conocer y dominar la herramienta informática.
- Pruebas y ajustes: Para garantizar que el sistema funciona correctamente en escenarios reales.
- Gestión del cambio: Adaptarse a la nueva metodología de trabajo lleva tiempo y requiere soporte.
¿Y si la implantación tarda más de un año?
Cuando la implantación de un ERP se extiende más allá de los 12 o 18 meses, puede ser señal de problemas:
- Falta de planificación antes de la firma del proyecto.
- Dificultades técnicas en la personalización del software ERP.
- Deficiencia en la gestión de recursos por parte del proveedor.
Una pista clara de que la implantación puede volverse eterna es la presencia de la famosa «bolsa de horas» para abordar el proyecto, sin que exista un presupuesto cerrado, donde los costes y los tiempos quedan abiertos, sin una definición clara de las etapas del proceso.
¿Cuál es el plazo ideal para la implantación de un ERP?
El tiempo óptimo para implantar un ERP debe estar justificado, definido y acotado, basándose en estos elementos clave:
- Análisis en profundidad de las necesidades de la empresa y adaptación del software ERP.
- Formación estructurada para cada perfil de usuario, sin interferir con la operativa diaria.
- Pruebas suficientes para evitar errores y garantizar una transición sin sobresaltos.
- Planificación de la migración de datos, asegurando un corte limpio entre el sistema antiguo y el nuevo.
La clave: compromiso entre empresa y proveedor
La implantación de un ERP no depende solo del proveedor, sino también de la empresa que lo contrata. La disponibilidad para preparar información, realizar pruebas y asistir a la formación es determinante para que el proceso se ejecute dentro de los plazos acordados.
La mejor estrategia es analizar qué necesitas realmente, asegurarte de que el implantador lo entiende y definir un proyecto con plazos claros y alcanzables. Así, tu empresa podrá disfrutar de las ventajas de un ERP sin convertirse en víctima de una implantación interminable. Contáctanos para más información.